lunes, 3 de octubre de 2016

Fiesta de disfraces

Una pareja de casados está invitada a una fiesta de disfraces, pero a ella le dolía muchísimo la cabeza, y le dijo al marido que se fuera solo.
El protestó, pero ella le dijo que se iba a tomar una aspirina y que se iba a ir a la cama, que no había necesidad de que él se quedara en la casa. Así que el marido se puso el disfraz y se fue.
La mujer, después de dormir una hora, se despertó bien, sin dolor.
Como era temprano, decidió ir a la fiesta. Como el marido no sabía cuál era su disfraz, ella pensó que sería divertido observar cómo actuaba cuando estaba solo.

Ella llegó a la fiesta y enseguida vio al marido bailando en la pista con cada chica con la que se cruzaba, tocando un poco por acá y tirando besitos por allá. La mujer se le acercó y empezó a seducirlo. Él dejó a la mujer con la que estaba y se dedicó a la recién llegada (su mujer).
Ella lo dejó avanzar todo lo que él quisiera; total, ¡era su marido!.
En un momento, él le susurró una proposición en el oído, y ella la aceptó. Salieron, entraron a uno de los autos y tuvieron sexo de todas las maneras y posiciones. Antes de desenmascararse, a medianoche, ella se escabulló, fue a su casa, se quitó el disfraz y se metió en la cama, preguntándose qué clase de explicación le iba a dar su marido.
Cuando él entró, ella estaba sentada en la cama, leyendo y le preguntó. ¿Cómo te fue? -Bueno, lo de siempre, dijo él. Ya sabes que no la paso bien cuando no estoy contigo. ¿Bailaste mucho? le pregunta la mujer. A lo que él contesta: -Ni una sola pieza.
Cuando llegué, me encontré con Pedro, Guillermo y otros muchachos, así que nos fuimos a la planta alta y jugamos póquer toda la noche. ¡Lo que no me vas a poder creer es lo que le pasó al tipo al que le presté mi disfraz!

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