Es lamentable y deprimente pensar que cuando muramos seguirá funcionando nuestro ordenador y que nuestro televisor continuará inmutable emitiendo electrones.
Cuando seamos polvo seguirán en pie catedrales y rascacielos, y firmes los muebles que hayamos usado en vida.
La permanencia del objeto sobre lo humano es una burla grotesca para su creador.
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